Todos en este momento debemos preguntarnos de qué manera podemos ayudar al pueblo japonés a superar esta cadena de tragedias. Mis queridos Colombianos: No debemos ser indiferentes con el sufrimiento de nuestros hermanos, en especial de la nación japonesa, que tanto nos han ayudado a nosotros, a nuestros compatriotas, en momentos difíciles, como en el sismo de la zona cafetera en el año 1999 y en la reciente emergencia invernal, por decir solo dos ejemplos, brindando tecnología, logística, conocimiento técnico, etc. Y en muchísimos otros campos, el Japón nos ha colaborado siempre.
Debemos desmentir a la gente que dice que nuestra época es la época de la indiferencia, la apatía y la falta de colaboración con el prójimo, a la gente que dice que ya no queda esperanza, y que la mayoría se preocupa solo por sus propios asuntos mientras el mundo se desmorona. Debemos mostrar nuestra humanidad y empatía. La mayor parte de la población de mi país se dice católica o por lo menos cristiana, entonces, ¿donde están esos dichosos valores que tanto pregonan en las iglesias: la caridad, el sacrificio, el amor al prójimo…? ¡Demostremos que no son sólo palabras! ¡Cualquier colaboración vale, por pequeña que sea!
Y a mis lectores internacionales (así sea una sola persona) también les digo: reflexionen acerca de lo sucedido, y piensen en alguna forma de colaborar.
Que nuestros hermanos japoneses no se sientan solos en este momento tan oscuro y difícil.
